Fotografía de  Clara Cardona

      Desde que fundara en 1979 el Taller de Músics este gran emprendedor,  Lluís Cabrera, ha contribuído sustancialmente al crecimiento de la actividad jazzística y flamenca en España. Comenzó a principios de los 70 impulsando a la Peña Flamenca Enrique Morente y, desde entonces, ya no ha parado de involucrase en mil y una aventuras, todas ellas de notable repercusión social y cultural.

       Este torbellino de talento dice sobre sí mismo: «Pierdo los nervios ante los hipócritas y los aduladores. Aún así, todavía me queda una pizca de fraternidad, la que me indica que es posible reconciliarse.» Figura más que relevante, es un auténtico placer contar con su generosidad y sabiduría en El Club del Escenario. Muchísimas gracias por seguir, como siempre, luchando hacia delante.

1.-        Leño, grupo legendario por excelencia, titulaba una canción “Maneras de vivir”. ¿Cuál es su manera de vivir día a día?

Actualmente, por prescripción médica, he de llevar una manera de vivir ordenada: pasear para mantener la mente en descanso; tomar el sol para sentir energía natural; reuniones dosificadas porque si las practicas con exceso la cara se te desdibuja; leer el diario, sobre todo los artículos de opinión para comprobar los subidos que andan los egos de los que lo saben todo; echar la siesta después que pase una hora de haber comido; escribir a borbotones las tardes que me apetece; agarrar los libros que siempre tengo pendientes de acabar; escuchar música grabada o en directo mediante unos oídos atentos a muchísimos estilos aunque mi primera pasión es el flamenco y la segunda el jazz. Los conciertos en vivo los disfruto hasta que acaban. Después me retiro a la cuna, nada de prolongar satisfacciones. Con el tiempo, uno vuelve a las coordenadas de la niñez. Las convulsiones, el desorden, los excesos, el no dormir porque no podías, las jaranas de empalme entre la oscuridad y el amanecer, todo eso y otras querencias que tanto me atraían (y todavía me atraen), tuve que aparcarlas hace años.

2.-       Munch gritó al mundo con su obra “El Grito”. ¿Cuál sería su grito al actual mundo, qué le gritaría?

La condición humana está compuesta de muchas capas, de muchas dobleces. A algunos seres humanos, sobre todo a los que están seguros de poseer poder, se les han subido tanto los humos que se aíslan en torres de marfil alejadas de la realidad en que vivimos la mayoría de los habitantes del planeta Tierra. Entre humo, marfil y mesas con plumieres de oro y diamantes, deciden el hambre que ha de soportar buena parte de la humanidad, deciden qué países van a desestabilizar para que entren en guerra, deciden el precio del petróleo para que sigamos consumiendo hasta lo innecesario, deciden el reparto del botín que les ofrecen los bancos, entidades de rapiña que especulan con los ahorros de todos… y cuando ya se han embriagado de tanto herir a distancia, echan mano de los teléfonos sin cable y en unas cuantas llamadas, ordenan a los políticos al mando de dictaduras, pero también a los que votamos la gente que vivimos en territorios democráticos, que ejecuten los acuerdos a los que han llegado. La llamada clase política es obediente a los dictados de ese mercado que manejan unos cuantos y mienten cuando alardean de que defienden los intereses generales de la ciudadanía. Son pura representación de cara a la galería. Es evidente que ha habido, hay y habrá excepciones de políticos honrados y dignos, pero la honradez y la dignidad se visten cerca de ataúdes, accidentes y muertes imprevistas.

3.-       Lo que el viento se llevó… es un clásico del cine pero: ¿Qué se llevo el viento cuando le llegó la fama o el reconocimiento?

No sé por qué me viene a la memoria un libro de Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas, una narración que leí de joven (“no volveré a ser joven”, Jaime Gil de Biezma). La fama es una especie de droga que te engancha. Es mejor apartarse de ella no vaya a ser que pierdas el norte, el sur, el este y el oeste. La brújula vital nada tiene que ver con esa carga llamada fama, la que se asemeja a la esclavitud personal. Nunca supe lo que es la fama y si en alguna época de mi vida la rocé, mi hermano Enrique Morente se encargó de refrescarme el cuerpo con una buena ducha de agua helada. Un antídoto que no falla. Respecto al reconocimiento, en ocasiones no me reconozco ni yo mismo. El mar de dudas con que despierto algunos días me arrastra hasta el espejo del baño: una estupenda cura de humildad. Creo que sí dispongo del reconocimiento de una parte del sector musical: compositores, intérpretes, artistas, diletantes, amigos y algún que otro enemigo. Me reconocen y al verme me saludan, algunos incluso me abrazan con tanta fuerza que me salen moratones en la espalda. El reconocimiento del mundo de la música, por lo menos de los que nos movemos en la base de la pirámide, sí lo tengo, tampoco hay que caer en falsas modestias. Me halaga que hablen bien de mí, aunque en ocasiones, según de donde venga el piropo, casi mejor estar sordo. Mi personalidad, desde los dieciséis años, se ha ido modulando y forjando gracias a los músicos. Estoy agradecido al contacto con esos profesionales que tanto me han ayudado a desatender lo superfluo y sin embargo han sabido alimentar mi ánimo y mi alma.

4.-       El Guernica, Picasso; escenificaba una gran tragedia/catástrofe. ¿Existe un Guernica actual en nuestra sociedad? De haberlo, ¿cuál pintaría?

Habría que saber pintar el hambre y las epidemias que en pleno siglo XXI azotan a gran parte de la humanidad. La ciencia dispone de medicamentos para paliar las enfermedades que padecen las criaturas de los países pobres (pobres no por vocación sino por obligación, la que impone la geopolítica económica), pero por encima de esos avances científicos se encuentran las compuertas y los impedimentos que imponen los laboratorios y las patentes. Los intereses económicos que se mueven detrás de las muertes diarias por hambre y enfermedades de miles y miles de niños y niñas, son un genocidio y una obscenidad. La tela del cuadro debería contemplar los rostros de aquellos que se dedican a generar zonas de conflicto para venderles a continuación armamento de guerra, dispositivos que provocarán la destrucción de la zona escogida. Primer negocio, la destrucción. Segundo negocio, la reconstrucción, siempre y cuando se considere que si se repara un territorio, puede haber un tercer negocio, el consumo. Ese sería el Guernica de hoy.

5.-       Parafraseando a Los Secretos: ¿Cuál es la buena chica/el buen chico de su vida? 

Somos buenos a ratos, no siempre actuamos desde la bondad, si lo hiciéramos continuamente, la vida resultaría insulsa. A veces la bondad aparece llena de maldades. Algunas maldades son divertidas. El juego del amor, sobre todo en la fase de la seducción se parece al buen chico o la buena chica que anhelamos. Si queremos hacer diana, diría que la amistad es la mejor inyección de autoestima, algo consustancial para mantenernos vivos. Pasar noches en vilo pertenece a la inquietud que nos crea esa buena chica o ese buen chico del cual nos enamoramos. El enamoramiento, para alargarlo en el tiempo, es preferible no consumirlo. Consumir y consumar son dos verbos que se pueden confundir al conjugarlos. Se parecen tanto que no los distingo. Prefiero ser abstemio y no consumir ni consumar el ejercicio de un cruce de miradas o una frase ingeniosa. Me gusta la dialéctica y la plática. La práctica casi siempre estropea y hace evidente aquello que sólo se mueve en el campo de las conjeturas. Mi buena chica y mi buen chico son las personas con las que puedo echar un rato en silencio o bien usando el sentido del humor. A mí me seducen las compañías que me hacen reír. Persigo la risa como el galgo a la liebre. Tengo una amiga, Bonilla de apellido, que es un poco malilla. Cuando le propongo que se cambie el apellido, nos partimos de risa.

6.-       Goya, al final de sus días, plasmó en su obra “Aún aprendo”, todo un  alegato de un grande sobre el conocimiento. Usted: ¿de qué o quién aprende?

Aprendo de la observación, de la escucha, de estar atento, de inmiscuirme en conversaciones donde participan gentes de inteligencia fina. La inteligencia no la ligo a la academia, ni a la universidad ni a las instituciones que reparten carnets oficiales de sabiduría. Es evidente que en general el saber se transmite en las universidades, pero no tenemos que acatar sin crítica todo lo que se (des)aprende en las aulas. Me atraen los márgenes, los terrenos de frontera, las personas curiosas que cuestionan lo establecido. Cada día que logro ponerme en posición vertical, me convierto en un ser con hambre de aprender. Me gusta poner la oreja al lado de las conversaciones que se dan entre los corros que se forman en el metro, en los autobuses, en los ferrocarriles. En los aviones es más complejo, la gente lleva el miedo incorporado y se queda muda. Mis vecinas del barrio, las que se reúnen en la granja a tomar el desayuno, son personas de una gran sutileza. Me dan cancha y me explican sus historias, sus relatos de vida. Los quioscos de prensa también son lugares de aprendizaje. Si el dependiente dispone de carrete, puedes coser unas buenas piezas. Aprendo de la televisión cuando no la enchufo. Me interesa estar junto a los jóvenes que están ojo avizor y que son auténticas esponjas. De joven me juntaba con mayores y ahora que soy mayor procuro el aliento joven. Mi maestro ha sido Enrique Morente, con él he aprendido a respetar, a orientarme, a mirar, a ser educado sin ñoñerías. De él comprendí que sin un buen alumno es muy difícil ser un buen maestro.

7.-       El Padrino III, esgrimía una visionaria frase: ¿O imperecedera en cualquier tiempo?… “Cuanto más alto subo más mierda encuentro”: ¿Se ajusta a nuestra actualidad política?

Es probable que el Cielo no esté allí arriba. Todos queremos tocar el Firmamento y alargamos los brazos para alcanzarlo. Si cuanto más subimos más mierda encontramos, entonces es que el Cielo se encuentra en otra parte. En el plano real, sí puedo decir que he tenido la posibilidad de codearme con algunos elementos que nos miran a los del montón como si ellos estuvieran siempre en lo alto de la Torre de Pisa. Es cierto que mientras más altura social alcanzas, peor olor percibes. Los de arriba huelen a mierda. Una verdad que también incluye a los del medio y a los de abajo. Todos olemos, ahora bien, los que presumen de perfumes inmaculados son los que se sitúan por encima del bien y del mal. Esos o esas no pertenecen a este mundo. Ellos o ellas son los elegidos por la divinidad para regir los destinos del rebaño. El rebaño se mueve atendiendo a las señales del pastor y a los ladridos del mejor amigo del hombre. Es preferible no conocer las tripas de los poderosos o de aquellos que se creen que disponen de poder. La pirámide es inabarcable y mientras más base, más altura puede tener. Los pretendientes a situarse arriba de la cúspide se pasan la vida dando codazos. Esos pertenecen al grupo de los déspotas y los despiadados. Son personas muy desgraciadas porque no saborean el ejercicio de la fraternidad, la solidaridad, la verdad y la belleza. El que no se pesa en la balanza de la dignidad, no es consciente del valor de la entereza y de la honradez.

8.-     Manolo Tena escribió y cantó… “Si todos no han muerto hay alguien que  sueña”: ¿Qué podemos esperar nosotros mismos de esta sociedad? ¿Se ha perdido toda Fe? ¿Algún vivo en la sala? Usted está muy vivo… ¿su sueño?

Decía Pier Paolo Passolini que lo que imaginamos es más real que la realidad misma. Quizá por eso lo asesinaron. Estoy vivo y sigo soñando gracias a la creatividad de los artistas. De los artistas que no se codean con los poderes económicos, tampoco con los poderes políticos. Los artistas que con su competencia y con su solvencia crean obras para deleite de la imaginación de los demás. Un artista que se precie no adula y no se engaña. Hay quien se cree artista por los premios que le otorgan desde instancias oficiales viciadas de hipocresía. El arte rezuma crítica o por lo menos así lo entiendo yo. El arte permite que la mente vuele. Y cuando la mente vuela es incontrolable, por eso el arte es un arma sin balas pero que dispara contra la mediocridad de los que se creen superiores a los demás. Estamos vivos de milagro, dice un refrán popular. Intentamos vivir aun con la incomodidad de pensar. Hay quien pasa sin pena ni gloria, qué suerte. Ocurre que a los que se nos retuerce el estómago no podemos obviar los abusos del mundo actual. No hemos perdido toda Fe aunque sí toda Esperanza. Los dueños de nuestros sueños somos nosotros, menos mal.

9.-       La Divina comedia de Dante, se divide en tres partes: ¿Cuál sería su infierno? ¿Su purgatorio? ¿Su paraíso?        

Mi infierno es mi carácter. Mi purgatorio, ver a veteranos con ochenta años recogiendo chatarra por la ciudad. Mi paraíso, Arbuniel, la aldea donde nací.

10.-      Hágase una pregunta, por favor. ¿Nos la contesta?

¿Qué hemos venido a hacer a esto que llamamos vida? A pasar desapercibidos, si fuera posible.


 Videoclip Home das Budas, de Luis Arbuniel (alias de Lluís Cabrera),  Malaje 

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IMG_5629Yolanda Pérez Marín | El Club del Escenario